
por AnaAlejandre
Aunque la actualidad trae
permanentemente noticias que causan horror a cualquier ser humano con un mínimo
de sensibilidad y de decencia, hay asuntos como el que ahora se trata que han
despertado las justas iras en las redes sociales por la gravedad siniestra que
conlleva la defensa del infanticidio, aunque ésta no es nueva en la colección
de horrores pergeñados por la propia mente humana.
El tema ha surgido a raíz de la
defensa realizada por dos bioéticos Alberto Giubilini y Francesca Minerva, de
las facultades de Filosofía de Milán (Italia) y Melbourne (Australia), en una
revista médica, Journal of Medical Ethics, defendiendo la tesis de que matar a un
recién nacido no se diferencia en nada, en el plano moral, a practicar un
aborto. Esta afirmación ha despertado la reacción lógica de indignación e ira
en internet y ambos han recibido amenazas de muerte.
![]() |
Alberto Giubilini y Francesca Minerva |
Ambos
bioéticos afirman en su artículo que un feto y un recién nacido son dos seres “moralmente
equivalentes”, cuestión ésta que es irreprochable, puesto que ambos tienen el
potencial de convertirse en personas, lo que les lleva a afirmar que, partiendo
de dichas premisas, existen idénticas razones para justificar tanto el aborto
como el infanticidio.
"El
aborto posparto debería ser permisible en todos los casos en los que lo es el
aborto. Incluso aunque el niño no presente ninguna discapacidad", puede
leerse en el resumen de su exposición. Por ello, sostienen que matar a un recién
nacido no es una alternativa al aborto, ya que según dichos autores “realizarlo
en las primeras fases (del embarazo) es la mejor opción”. Sin embargo, añaden "si
después del nacimiento se detectase alguna enfermedad no identificada durante
la gestación; si algo va mal durante el parto o si alguna circunstancia
económica, social o psicológica cambiase y supusiese una carga
inaguantable", las personas deberían tener la opción
de no verse forzadas a hacerse cargo del niño.
![]() |
Imagen de un recién nacido |
Estos autores aceptan
que la adopción puede ser una posible alternativa al infanticidio, aunque admiten
que esta posibilidad (la adopción) "podría causar un estrés psicológico
insoportable".
Este artículo ha sido contestado
mayoritaria y airadamente en internet y , además de calificar a sus autores
como “crueles, viles o asesinos”, han recibido claras amenazas de muerte. Uno
de los dos autores del artículo controvertido, Francesca Minerva, ha
manifestado, según el diario británico Daily Mail, que los últimos días desde
la aparición de sus opiniones en la mencionada revista científica "han
sido los peores de mi vida" y
lamenta que sus palabras hayan sido sacadas “de su contexto teórico y académico·, y afirma “no
estoy animando a que se haga”.
Ante la virulenta reacción
que ha tenido la opinión pública ante la lectura de dicho artículo, el editor de la revista, Julian
Savulescu,ha emitido una nota, tratando de justificar
las razones que le han llevado a publicar dicho controvertido artículo que
sostiene la defensa del infanticidio.
"La
novedad no radica en la defensa del infanticidio, cuyos argumentos se han repetido
a lo largo de la historia", afirma Savulescu, "sino en su aplicación
en favor de los intereses de la madre y de la familia". Sostiene que el abandono de recién nacidos
para que muriesen era una práctica habitual en algunos periodos de la historia;
y parece existir indicios de que sigue
teniendo lugar en algunos rincones del planeta, como China o India.
Además, añade
que le parecen peor las respuestas "hostiles, abusivas y amenazadoras"
que ha despertado. Y finaliza diciendo,
"más que nunca, la discusión académica y la libertad están bajo amenaza de
aquellos que se oponen a los valores de una sociedad liberal".
![]() |
Editor de la revista al que llaman "Asesino de niños" |
Naturalmente,
la opinión de los expertos españoles en bioética no se ha dejado esperar y Natalia
López Moratalla, presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética
Médica, afirma que estos argumentos "carecen de fundamento desde el punto de vista médico, ético y
científico" añadiendo que la revista en la que se han
publicado carece de gran prestigio (pese a que pertenece al grupo 'British
Medical Journal').
María Lacalle, directora de la cátedra de Bioética y Biojurídica de la
Universidad Francisco de Vitoria, afirma que este artículo forma parte de "una corriente de opinión minoritaria,
pero creciente, que defiende que no todo ser humano es persona".
"Según esto, no seríamos personas como tales hasta que no adquirimos
autonomía, autoconsciencia, autodeterminación... y eso, llevado al extremo, es
peligrosísimo, porque supone que dejaríamos de ser humanos en ciertos periodos
de nuestra vida", explica Lacalle.
Ante los
argumentos del escandaloso artículo cabría preguntarse, por ejemplo:¿En qué momento se convertiría en persona un niño? ¿Un ser humano con daño cerebral dejaría de ser
persona? ¿Quién pone el umbral y determina qué o quién es persona? Los
planteamientos que se abren son enormes.
Por otra parte,
José Jara, presidente de la Asociación de Bioética de Madrid, afirma en relación con la opinión que plantean los bioéticos en
el polémico artículo "parte de un error de principiante en cuestiones éticas. Argumentan que el
neonato puede ser eliminado porque no puede pensar y el hecho de ser humano no
depende de eso. Los niños están en fase de maduración cerebral y los ancianos
de degeneración cerebral y no por eso son más o menos personas".
Por ello,
afirma Jara, "no consideran al recién nacido como poseedor de dignidad por el
hecho de ser humano sino que su derecho a ser respetado depende de si es o no
deseado".
Por último,
otro de los especialistas en el tema, Koldo Martínez Urionobarrenetxea,
presidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, afirma que las ideas expuestas en el mencionado
artículo, aunque polémicas y provocadoras, no son del todo novedosas. "Ya
Peter Singer y Michael Tooley defendieron el infanticidio en casos de
malformaciones; pero estos autores añaden ahora que sea lícito por razones
sociales, económicas, familiares o psicológicas".
A juicio de Martínez Urionobarrenetxea, probablemente se trate de "uno
de los artículos más controvertidos en la historia de la bioética", aunque
sostiene que los argumentos de Minerva y Giubilini ("que no son dos popes
de la bioética") son "un mero ejercicio de reflexión teórico de dos académicos
desde las trincheras de su despacho, porque el debate de la sociedad no está en
el infanticidio".
![]() |
Cartel contra el aborto |
Ahora bien,
desde el punto de vista jurídico, está bien definido en el Código Penal español que el infanticidio es un delito; sin embargo, existen ciertas lagunas. Por ejemplo, deben haber transcurrido 24 horas de vida para que un recién nacido pueda ser inscrito en el
registro civil y para que puedan adquirirse derechos patrimoniales. Esta es una cuestión controvertida para las familias que
pierden a un recién nacido durante el parto, nace muerto o fallece a las pocas
horas de nacer, ya que este intervalo de tiempo de 24 horas es un peligroso
umbral legal que deshumaniza a los recién nacidos y puede provocar efectos
indeseables.
Por otra parte,
las múltiples y airadas reacciones que ha provocado la publicación del
controvertido artículo hacen hincapié en una cuestión no prevista por sus
autores: que la defensa del infanticidio da argumentos contundentes a quienes se
oponen al aborto, porque si se acepta, como es lógico, que moralmente es igual
un feto que un recién nacido -lo que admiten los propios autores del artículo-,
y la propia sociedad rechaza la idea del infanticidio como es normal por la monstruosidad
que conlleva, igualmente es rechazable el aborto por las mismas razones que lo
sustentan.
En una palabra,
el infanticidio es un crimen que rechaza toda sociedad civilizada, lo que pone
de manifiesto que el aborto lo es igualmente, aunque difiera solamente en el
tiempo de ejecución, porque ponen fin a una vida humana que, por su propia
indefensión e inocencia, ponen en evidencia el horror que encierran estas
teorías defensoras de uno y otro, haciendo patente su monstruosa naturaleza
pervertida que mata el milagro de la vida.