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miércoles, 6 de octubre de 2010

El perro de un psicópata

  

Nota.- Esta imagen no corresponde al perro de la noticia, sino a un perro torturado en Méjico en 2010.

por Ana Alejandre

La noticia publicada en el periódico El Mundo, en su edición catalana, es  esperanzadora, a pesar de la terrible causa que la ha motivado.
La noticia dice que en un pueblo de Lleida, Alcoletge, concretamente, uno de sus vecinos ha sido condenado a seis meses de cárcel por haber causado la muerte de su perro, después de haberlo maltratado salvajemente para conseguir el fallecimiento del pobre animal.
Y digo que es esperanzadora porque el hecho de que un Juez haya condenado al  energúmeno que ha podido realizar tales hechos sobre un animal indefenso que, además, era su mascota, revela que algo va cambiando lentamente en la sociedad española, aunque sea gota a gota y de forma imperceptible, en cuanto la defensa de los animales, tanto en su integridad física como psíquica.
El condenado no sólo arrastro a su perro durante setecientos metros, atado a su coche por un camino que une Alcoletge y Bellvis, sino que, al ver que el animal a pesar de las gravísimas heridas que había sufrido, seguía estando vivo, lo arrojó desde un puente a la autovía, lugar en el que lo encontraron los Mossos deÉsquadra que abrieron diligencias para investigar los hechos y encontrar al culpable de semejante canallada.
Después de localizado al dueño del animal  y autor de tales hechos, la Fiscalía le imputó por un delito de malos tratos a animales domésticos. En el juicio consiguiente, el inculpado reconoció los hechos y fue condenado a seis meses de cárcel.  A pesar de ello, y teniendo en cuenta que en España nadie va a la cárcel si la pena es menor de dos años y no tiene antecedentes, le fue conmutada la pena por una multa mensual de 216 euros durante diez meses, con la advertencia de que por el retraso de uno solo de los meses, el culpable iría a prisión a pesar de no tener antecedentes.
La parte positiva de la noticia es que, por fin, se imputen a criminales como el que provocado estos hechos lamentables por haber dado muerte a un pobre animal indefenso, además de hacerlo de una forma tan brutal, inmisericorde y aterradora. La parte negativa, es que conductas así no tengan una mayor penalización que la simple multa cuando se trata de hechos que ponen en evidencia la crueldad, el instinto asesino y la falta de eximentes que concurren en un caso como éste en el que un  aparente ser humano, digo lo de aparente porque no tiene ninguna nota de humanidad exceptuando tener el DNI y una filiación civil, ya que carece de cualquier sentimiento y emoción quien comete hechos de esa crueldad  sin paliativos que hablan de una mente enferma que puede llegar a utilizar esos medios para matar a un ser humano con igual saña. Quien no tiene sentimientos de piedad hacia un ser vivo, persona o animal, está mostrando su catadura moral.
Debería cambiar la legislación para hacerse más acorde a las exigencias de una mayor protección hacia los animales, que están siendo víctimas y masacradas por la furia homicida de seres que olvidan que ellos también pertenecen al reino animal, y sólo les separa de las otras especies la capacidad de razonamiento, esa que utilizan para hacer el mal por el gusto de hacerlo y despreciando el dolor, el sufrimiento de otro ser vivo, precisamente, del que le ha dado todo: compañía, fidelidad, amor sin límites y una lealtad que no se encuentra entre las personas, y a esas virtudes de las que ha disfrutado de su perro, el canalla del dueño agradece sometiéndolo a toda clase de malos tratos, en una demostración ruin de la distancia que hay entre un perro y su nobleza, y la indecencia  de quien se siente superior y por ello con derecho a demostrarlo por ser un ser racional, aunque esa misma racionalidad le ha convertido en una mala bestia.
Con sentencias así y mucho más duras que castiguen comportamientos criminales como éste, sería posible que el hombre y el animal, sobre todo el doméstico al que aquel explota, pudieran vivir en una comunidad en la que el amor, el respeto y la mutua compañía fuera algo bilateral y no, como sucede ahora, la demostración de que los animales tienen mucho más que enseñarnos a los humanos que  nosotros a ellos, porque todos los días nos dan prueba de una humanidad, en el sentido profundo de la palabra, que a muchos individuos como el de esta noticia les falta, ofreciendo su lealtad sin límites, su amorosa compañía, su abnegación puesta a prueba muchas veces y esa absoluta entrega que, en ocasiones, les lleva a confiar y a ponerse en manos de canallas como el que protagoniza esta noticia que los llevan hasta la muerte.
Con noticias como éstas y otras muchas similares, se siente vergüenza de pertenecer a la raza humana, la misma de la que es miembro un canalla semejante y otros muchos anónimos que tienen conductas similares en las que se demuestra su propia calaña de psicópatas.