De todos es sabido que las
redes sociales son un medio muy útil para comunicarse, difundir noticias,
anunciar productos y promocionar las obras de quienes crean en alguna de las
modalidades artísticas de literatura, cine, música, fotografía, artes
plásticas, etc.
Esas herramientas fantásticas de
promoción, divulgación y publicidad puesta a disposición de los creadores para
publicitar sus respectivas creaciones y al resto de usuarios que quieren
comunicarse, pueden llegar a convertirse en un arma de doble filo cuando se
usan y abusan de forma indiscriminada por quienes, en un deseo de darle la
mayor difusión a sus obras, sean del género que sean, empiezan a bombardear con
mensajes y sin descanso a amigos, conocidos o simples miembros de sus grupos de las
redes sociales, incitándoles, pidiéndoles y, en algunos casos, con una
exigencia implícita, casi insolente, a que los que reciben sus mensajes, sus
spots o sus "sugerencias" -que
tienen más de órdenes que de meras peticiones-, digan que les
"gusta", que "siguen", que "comenten" o,
simplemente, que actúen como agentes publicitarios de quienes consideran que
los demás, los destinatarios de sus mensajes, no tienen criterio propio y son
sólo meros instrumentos puestos a disposición del ego, de la vanidad, o de la
soberbia de quienes se consideran el ombligo del mundo alrededor del que giran,
o deberían hacerlo, los demás.
Naturalmente, si hubiera que estar
leyendo todo lo que se recibe, subiéndolo a las respectivas redes, marcándoles
el consiguiente "me gusta" o comentando todos los spots, no habría
tiempo para hacer otra cosa, ni atender a las actividades propias, ni cumplir
con las obligaciones, porque no se haría otra cosa que servir de agente
publicitario de los textos, obras,
ocurrencias, tonterías varias y demás parafernalia que se encuentran en las
redes, llenas de ociosos y/o curiosos, los más, y de creadores, los menos;
además de los que necesitan llamar la atención aunque sólo sea escribiendo que
se están tomando un café o se van a la cama, como si estas "noticias"
tan relevantes le pudieran interesar a nadie más que a los propios interesados
que las escriben porque no tienen nada mejor que decir o hacer. Hay otros que
consideran que mientras más expresiones y sonidos onomatopéyicos reproduzcan en
sus spots, twitts o comentarios son más originales, simpáticos, ocurrentes y
divertidos, de los que pueden servir de ejemplo los de:
"¡Holaaaaaaaaaaaaa!, ¡¡¡¡Buenasssssss nocheeeeees!!!!!!, ¡¡¡¡¡Ja,ja,ja,ja,ja!!!!!,
¡¡¡¡¡Quéeeeeee divertidooooooooo!!!!! ¡¡¡Huyyyyyyy, huyyyyyyyy!!!!!, ¡¡¡¡¡¡Adiooooooooosssss!
y sandeces semejantes, propias de quienes, por no tener que decir nada de
interés, recurren a hacerse notar con tonterías tales, más propias de
adolescentes, que oculten la vaciedad de pensamiento e ideas que padecen,
haciendo mucho "ruido", porque no hay que olvidar que la falta de
ideas se suple, a juicio de semejantes mentecatos, con la expresión constante
de su presencia ruidosa, jocosa y chirriante, aunque ignoran que dicha actitud
demuestra bien a las luces que son lo que parecen, es decir, unos necios
absolutos y que, además, ejercen de ello, sean o no famosos.
Hay otra plaga en las redes sociales
que son los que continuamente suben a la red fotografías personales, de sus
allegados, de su perro, gato, conejo, canario, peces de colores y demás
mascotas; sin obviar la de su pueblo, de su casa, de su colegio de la infancia,
cuando hizo la primera comunión, del primer coche, moto o bicileta, de cuando
eran pequeños, bebés, etc., en un intento pueril de exhibir públicamente
retazos de su intimidad, a la que consideran interesantísima para todos, sin
advertir el peligro de mostrarla públicamente ante una pluralidad de gente a la
que no conocen, excepto a unos pocos -peligro que han demostrado muchos casos que
han salido en la prensa sobre uso fraudulentos y delictivos de fotografías y
datos expuestos en la red por sus legítimos propietarios-, y que ignoran ingenuamente el uso y abuso que
pueden dar personas poco escrupulosas a esas fotografías y/o datos personales.
Esa continua exhibición de fotografías personales que a nadie importa -antes de
cortarse el pelo y después, con gafas y sin ellas, y múltiples y continuos "antes y después"
de infinidad de pequeños cambios de aspecto,
de "look" que, por supuesto, no importan a nadie, exceptuando a los más íntimos
que ya tienen acceso a dichas imágenes de forma directa y sin necesidad de
internet-, la hacen por un prurito de vanidad -no hay nadie más iluso, pueril y
vanidoso que quien considera que su persona y sus propias circunstancias
interesan a los extraños, a no ser que se trate de una celebridad-, porque no
pueden ofrecer nada más que su intimidad
que deja de serlo desde el momento que la exhiben pública, innecesaria y
peligrosamente.
Naturalmente, no todos los usuarios
de las redes sociales actúan de dicha forma exigente y desconsiderada, o bien,
pesada y pueril, sean o no escritores, artistas plásticos, músicos o ejerzan
cualquier otra actividad creadora o sean, simplemente, usuarios de las redes
sociales que buscan la comunicación con amigos y conocidos. De lo contrario,
sería insoportable acceder a dichos
lugares de encuentros virtuales, porque sería necesario y aconsejable, en el caso de los que quieren
imponer su primacía en las redes, mandar
a paseo a semejantes dictadores, o pasar de ellos sin más. De lo contrario, haría inviable la posibilidad de conectarse
a dichas redes para no tener que soportar el agobio, la persecución y el mandato
de quienes, aparentando ser los únicos protagonistas ante sus seguidores o
amigos, consideran que las redes sociales son un cortijo propio donde poder
ejercer su tiranía, su exigencia implícita en su actitud soberbia que se pone
de manifiesto en actitudes a las que ayudan las diferentes coletillas o esloganes programados por las diversas redes como "Me gusta" o "Sígeme", y que convierten
en muletillas propias e exigentes, a través de mensajes directos a sus
contactos, como si quien recibe esa supuesta sugerencia, más bien un mandato implícito, no
tuviera criterio propio, libertad de opinión, de expresión o de rechazo ante
aquello que le es impuesto en nombre de una supuesta amistad o de simple
relación virtual que, por parte de quien intenta ser alabado continuamente en
su obra, sólo es una usurpación descarada
de la voz y voto de quien, paradójicamente, se la niega, ni respeta su criterio ni libre voluntad, ante la imposición descarada
de quienes se consideran líderes de las redes sociales que, por otra parte, siempre
suelen ser aparentes usuarios como otros cualquiera, pero que trabajan para y
cobran de dichas redes por mantener las páginas encomendadas y que compiten
entre ellos para conseguir mayor número de seguidores, de spots comentados y de
los famosos "me gusta", para sobresalir respecto de sus otros competidores que son sus compañeros en el mismo cometido.
Es
necesario que quienes mantienen y
controlan dichas redes, pongas los medios necesarios para evitar este acoso por
parte, sobre todo, de quienes mantienen las páginas previo pago y se sienten
así "amos del cortijo" -como se dice anteriormente-, con acceso al
grupo de cuentas que les son asignadas, para boicotear cualquier intento de
comentar por parte de dichos usuarios spots, notas, vínculos, etc., de otros
usuarios que no sean de quien boicotea el sano y lícito derecho de expresar su
opinión libremente y sin ningún tipo de presión o de control, haciendo el
debido uso de unas redes sociales que están para comunicarse, como foros de
intercambio y de opinión, pero sin que deban convertirse en plataformas de
presión sobre sus usuarios de lo que deben pensar, aprobar, rechazar, gustar o
seguir. Estos son armas utilizadas en los países totalitarios donde la opinión
de cada uno está mediatizada y sometida a censura previa, la que en las redes
sociales ejercen muchos "progres" de salón y de pacotilla.
Es curioso que, cuando no se hace
caso del imperioso "me gusta" esto o aquello, se empieza a
tener problemas al intentar enviar
comentarios a spots de amigos o conocidos que sí gustan, con libertad y
ejerciendo el libre criterio de toda persona adulta, porque comienzan los problemas "técnicos"
para enviar dichos comentarios, en una manifestación descarada de quienes
pueden impedir esa posibilidad, poniendo "trabas" o, incluso,
modificando datos de la nota biográfica del usuario "disidente",
haciéndolo público y notorio, como si los hubiera escrito el propio interesado,
lo que puede ser constitutivo de delito. Cuando no castigan con el
"silencio", a aquellos que no se avienen a aceptar la presión
recibida por quien intenta imponer su opinión en contra de la de quien se la
pide, paradójicamente, y se ordena a los del grupo que no respondan al usuario "disidente"
que tiene criterio propio y no se deja mediatizar.
Ante situaciones así de acoso puro y
duro, para que los demás se conviertan en los fans de quien quiere imponer su
primacía, aunque estén disfrazados dichos hechos de "bromas" o de
actos anónimos, además de presentar la debida queja ante la propia red social
que sea, hay que tomar otras medidas si la "obstrucción" sufrida se
mantiene por parte de quien, por tener acceso a los datos del usuario en
cuestión, puede insertar, modificar o borrar los mismos, creyendo que actúa
impunemente, porque lo hace siempre desde el anonimato cobarde de los que nunca
dan la cara, aunque demuestran que la tienen muy dura.
Las redes sociales son una excelente
forma de comunicación y expresión, pero sólo cuando en ella intervienen
personas que, de verdad, demuestren un mínimo de educación, respeto por la
opinión ajena, y por tanto, que sean verdaderos exponentes de la libertad de
expresión, máxima definición de la cultura en cualquiera de sus
manifestaciones, y no meros fantasmones que se creen superiores e incuestionables
"reyes del mambo", porque son los que intentan marcar el ritmo para
que lo bailen los demás al son que ellos tocan, aunque siempre desafinen.